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Día 10. #YoMeQuedoEnCasa


Hoy voy a escribir algo diferente, que salga de mí. 
Hoy en día estamos viviendo una pandemia que se está llevando a mucha gente, que está contagiando a muchas personas. Hoy, día 23 de marzo de 2020, 10 días de confinamiento, encerrada en casa. A día de hoy, podría decir que no hago más que pensar en los reencuentros. Reencontrarme con mi madre y mi padre, conocer al bebé más esperado, besar a mis abuelos. Porque además, esto me está sirviendo para darme cuenta de que tenemos que valorar más las cosas que habitualmente tenemos. Diariamente, en nuestras vidas normales, no visitamos a nuestros familiares, no llamamos a nuestros padres, no llamamos a nuestros mayores; pero me quedo con que esto, me está sirviendo para darme cuenta de que a partir de ahora, día a día les prestaré más atención, los llamaré, los besaré. Porque… ¿Qué nos cuesta decir a unos padres que los queremos? Normalmente no estamos acostumbrados a hacerlo, pero deberíamos. Familia, os quiero.

Solo pienso en pisar la calle, mojarme bajo la lluvia y sin pensar que lo que estoy haciendo está prohibido. Quiero llorar de felicidad al tomarme mi primera cerveza fría en una terraza, sola, con amigos, con mi prima… Que por cierto, prima como te echo de menos. Quiero reír al ver a la gente pasear por las calles. Poder ir al cine, a la compra, incluso poder ir a clase a reencontrarme con mis compañeros. Pensé que nunca lo diría.

Tras 10 días de confinamiento, me estoy dando cuenta de que la gente que pensabas que se había marchado para siempre de tu vida, vuelve para que puedas contar con ellos para lo que sea. Y gracias, me hacía mucha falta. Gracias por hacerme recordar, por hacer que todavía pueda confiar en esa gente. Gracias por volver, en duros momentos, eso son amigos de verdad.

Lo que más me molesta de todo esto es que la gente no cumpla quedándose en casa. No es tan difícil de verdad. Hay muchas cosas que hacer. Yo también quiero salir, correr, pasear, pero no se puede. Y no os dais cuenta muchas de las personas que seguís saliendo a la calle sin necesidad que, por culpa de muchos de vosotros, muchos sanitarios no pueden estar con sus familias, la epidemia se expande con más velocidad y yo no puedo estar con mi familia, conocer  al bebé que llevo esperando tanto tiempo,  ni puedo abrazar a mi hermana. Concienciaros. Quedaros en casa.

Ayer estuve pensando, y es que en estos momentos lo único que me da vida todos los días son mis vecinos. Ellos no sabrán que soy vecina, pero cada día a las 20.00, con esos aplausos dirigidos a toda persona que trabaja expuesta y que no puede dejar su trabajo, a mí también me dan vida. Muchos vecinos ponen música después de los aplausos, otros cantan y, mientras tanto, los demás aplaudimos al ritmo de la música. Y de verdad, que eso me da mucha vida, salgo de estas cuatro paredes que me rodean, me hecho unas risas de balcón a balcón y respiro aire de la calle. Gracias también a vosotros.

Gente, quedaros en casa para que esto pase pronto.

Familia, amigos, pronto nos vemos y nos abrazamos.



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